Según Sotto y Montes, en España se efectúa el cruzamiento y fusión de dos grandes razas de caballos primitivos europeos. Por un lado los célticos, que entrarían por el Norte (Terradell), descendientes del Tarpán rectilíneo de Rusia meriodional; y por otro lado los del Nogreb, que llegarían por el Sur procedentes de Egipto, producto de los sucesivos cruces efectuados entre los caballos arios y los mongólicos, pero con predomino de estos últimos, casi en su integridad de los berberiscos.
Se supone que el caballo sureño de silla era usado por los guerreros cuarenta y cincuenta siglos antes de nuestra era. Hay autores que opinan que la expansión conocida como la del "vaso campiniforme" --unos 3.000 años a.C- y que se extendió por el norte de África, tenía como elemento decisivo este tipo de caballo.
La realidad es que la literatura referida a él es abundante. La fama de este caballo ibérico fue enorme, llegando incluso hasta Grecia. Homero habla de él en " La Iliada" y dice que es invencible en cualquier carrera.
Jenofonte también escribe (cómo ya hemos comentado) con admiración del caballo ibérico.
Según él, esta caballería fue empleado por lo espartanos contra los atenienses y gracias a ella obtuvieron la victoria.
Basta con indagar un poco para averiguar que otros muchos autores romanos se referían a esta raza, reconociendo su superioridad en las luchas contra los caballerías romanas o cartaginenses. Hay descripciones de las actuaciones de los jinetes ibéricos sobre sus típicos caballos en Italia o en el norte de África. Los romanos debieron admirar tanto a los jinetes ibéricos y su forma de combatir que, según testimonio de Arriano, adoptaron sus armas y tácticas bélicas y cruzaron sus propios caballos con los iberos a fin de obtener productos mas agresivos.
Julio César fue otro gran amante del caballo ibérico, además de un extraordinario jinete. Se sabe que en Jerez alanceó toros. También realizó importaciones de estos productos, preferentemente blancos; y su guardia personal la componían jinetes iberos. Trajano también utilizó caballos elegidos en Gadir. Augusto, por su parte, construyó una tumba para su caballo " Incitatus", (famoso en este blog) como la construcción de un palacio con pesebres de marfil, llegando incluso a nombrarle senador.
Cuando los musulmanes invadieron la península se sorprendieron al encontrar una caballería que describieron como "mejor y mas numerosa" que la propia. Este aprecio se pone de manifiesto en el hecho de que los regalos del califa Omiades, de Córdoba, envió en el siglo IX a Constantinopla y Bagdad consistieron, entre otras cosas, en diez preciosas esclavas de Cádiz y diez magnifícos caballos españoles.
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