domingo, 14 de febrero de 2016

El CABALLO medieval.

Para recopilar información de una época antigua, sea cuál sea el tema, siempre debemos ser objetivos y andar cautos con la información que tomamos como legítima. Son muchos los aficionados del tema que pensándose poseedores de la verdad incluyen datos que para nada serían comparables a la opinión de un auténtico experto.

El caballo en la recreación medieval:
Numerosos juegos medievales se basaron en el uso del caballo, como los torneos y justas, donde los caballeros cabalgaban sobre sus monturas simulando combates (o a veces realizando verdaderas batallas) bien sea por diversión o para resolver disputas personales. Los caballos eran vestidos con gualdrapas, unas telas que los cubrían casi por completo, que cumplían una función decorativa y frecuentemente portaban los colores y escudos del Señor o caballero que lo montaba. En las justas también se desarrolló a mediados del Siglo XIV diversas piezas metálicas que cada vez fueron multiplicándose hasta cubrir al corcel casi por completo (a finales del Siglo XV) protegiendo al animal.
                                
Las cortes francesas e inglesas llegaron a enaltecer la significancia de los torneos con ello la de los caballos, ligándolos inseparablemente del ideal de caballero medieval. El hombre justo de noble corazón que rescataba damiselas montado sobre su corcel rápidamente caló en la literatura medieval y posteriormente renacentista. En muchas ocasiones se crearon leyendas en torno a los caballos particulares, los cuales tenían nombre propio, como el caso del Cid Campeador y su Babieca, Don Quijote de la Mancha y su Rocinante (ficción), el Rey Arturo y sus Llamrei y Hengroen (ficción), y el rey San Ladislao I de Hungría y su corcel Szög.
                           
El caballo en la Edad media significaba prestigio social, pues era costoso mantener el animal, y no todos podían darse ese lujo. Los siervos y esclavos estaban totalmente excluidos en este sentido, y solo los libres con las suficientes posibilidades económicas podían tener uno o varios corceles. Por lo general entre la nobleza y la aristocracia tenían varios caballos, uno para torneos, otros para las batallas, y otros para cazar y pasear.

El caballo en la guerra medieval:
En la batalla se utilizaron piezas de armadura similares a las de los torneos y justas, aunque más ligeras para facilitar la carga y el combate. Según registros se sabe que bizantinos, turcos y mongoles fueron conocidos por cubrir a sus animales con gualdrapas hechas con cota de malla a mediados del Siglo XII.
                   
La carga a caballo fue una de las innovaciones más significativas en la Edad Media, pues durante la época del Imperio Romano y de los primeros reinos godos medievales no se utilizaba. Los guerreros viajaban hasta el campo de batalla sobre sus corceles y desmontaban para luchar. Fueron los ingleses los que probablemente iniciaron con estas estrategias, más específicamente en la batalla de Hastings en 1066. Muchas gentes habitantes de las praderas asiáticas como los hunos, ávaros, mongoles, cumanos, pechenegos, húngaros entre otros llevaban un estilo de vida estrechamente ligado al caballo. Era un animal sagrado para ellos, pues por la característica seminómada de la gente éste animal era su único transporte. Muchas veces los guerreros eran sepultados junto a sus caballos tras su muerte, y mantenían una relación sentimental muy cercana.

Los húngaros después de su cristianización en el año 1000, si bien adoptaron las costumbres europeas occidentales fundiéndose totalmente con la cultura medieval cristiana, conservaron su vínculo con los caballos y fueron conocidos posteriormente por la cría y comercio de estos animales.


El uso del caballo en la batalla se mantuvo constante durante toda la Edad Media, inclusive tras la aparición de las armas de fuego y el uso de la pólvora en la segunda mitad del Siglo XIV. Inclusive durante gran parte de la Edad Moderna, el caballo continuó siendo el animal de batalla más utilizado en el mundo.

El caballo en MANADA. Defensa, protección y comportamientos.

El caballo cuando hace una vida salvaje, se halla perfectamente adaptado al medio en el que se encuentra, y en él sobrevive sin ningún tipo de problemas.
Los caballos salvajes viven en manadas, a excepción de los caballos enfermos, de los caballos machos que salen de la manada por haber perdido una disputa por las yeguas de la misma y las yeguas a punto de dar a luz que buscan soledad para el parto.

El conjunto de la manada protege de los peligros de los depredadores. Los caballos son gregarios por naturaleza en la manada y huida representa su herramienta de supervivencia.

Siempre que todos los caballos y yeguas de la manada están pastando o dormitando, la vigilancia es llevada a cabo por algún miembro de la manada que está atento a algún posible peligro. Los caballo no disponen de una excelente vista durante el día, al contrario que en la oscuridad en la que si ven muy bien, su olfato y oído si están muy agudizados.

Cuando un caballo oye algún sonido que le preocupa, se queda plantado con las orejas erguidas y orientadas en la dirección de la que proviene este sonido.

Dentro de una manada hay diferentes grados de mando, normalmente solo hay un semental adulto con varias yeguas con sus potrillos, además de los potros de un año.

La manada se organiza con una o dos yeguas maduras que son las dominantes y son las que se encargan de encontrar agua y alimentos para los demás miembros del grupo, incluso para el semental. La función del semental dentro de la manada es la de proteger a su grupo frente a un potencial semental, para ello los dirige hacia un lugar seguro, volviendo para luchar con su rival, el resultado de la pelea dirá quién es el nuevo semental de la manada, obligando al perdedor a abandonar el grupo. En algunas zonas de Galicia quedan unos pequeños reductos de estos caballos salvajes.
Los caballos en libertad disfrutan a lo largo de la jornada jugando, comiendo, sesteando, aseándose mutuamente están y siempre realizan las tareas de vigilancia.

Los caballos dedican la mayor parte del día a la ingesta de alimentos, debido a esto las distancias que recorren durante el día en busca de pastos y de agua son considerables, llegando a alcanzar más de 25 kilómetros. Pastan pequeñas cantidades que van tragando según van caminando, por lo que comen casi todo el día por lo que los cólicos equinos tan temidos en los ejemplares estabulados no se producen cuando se encuentran los caballos en estado libre. El caballo estabulado ingiere grandes cantidades de comida de una sola vez, lo que unido al poco desplazamiento que tiene a lo largo del día hace que el intestino no digiera bien la comida y produciéndose finalmente el cólico en el caballo.

La siesta es parte del descanso del animal, la pueden hacer de diferentes maneras, muchos de pie, se les puede ver totalmente relajados con el cuello estirado hacia delante y los ojos cerrados o semicerrados, otros se tumban pero de medio lado y con la cabeza erguida y ojos cerrados y otros más atrevidos se tumban cual largos son y duermen profundamente, aunque por regla general un caballo siempre esta alerta por si surge algún peligro acechante, hay que recordar que es un animal de huida.
 
Los potros jóvenes juegan entre ellos a luchar, esta competencia les servirá para llegar a ser el semental de la manada cuando sean adultos, también desarrollan sus músculos jugando a hacer carreras entre ellos.

El aseo cotidiano entre los caballos se realiza mordisqueándose las crines y el lomo unos a otros, otro efecto positivo de la limpieza es que les relaja y crea vínculos entre ellos.

Con un pequeño resumen de su comportamiento, desde `LA FINCA DE CALCETINES´recordamos la importancia de conocer su vida natural e intentar reproducirla.