HISTORIA.
El
impactante caballo pre doméstico
Para un aficionado o un
profesional del mundo del caballo
resulta extraño pensar que existen ejemplares de “caballos salvajes”, que habiten
en nuestros días, en algún lugar del mundo, en plena libertad sin haber sido domesticados.
Aunque sea una premisa bastante complicada de afirmar encontramos diversidad de
opiniones y testimonios.
En cualquier caso, resulta obvio,
que a lo largo de la historia, el caballo ha demostrado ser un gran compañero
para el hombre; tanto en modo de transporte y ayuda a ámbitos, tan importantes
en nuestro desarrollo, como la agricultura; como tanto en guerras o servicios
civiles y distracciones cotidianas.
Lo cierto es que antes de que se empezase a tomar testimonio de la
historia con intención de conservarla; los interesados en este tema sólo
podemos leer a los primeros estudiosos de la época; teniendo siempre en cuenta que
las profesiones atribuidas a aportarnos algo de esta información en esos
tiempos serían los zoólogos, naturalistas o científicos, no siempre tan dispuestos
a esmerarse con el estudio de un solo animal; de igual modo, con intención de
mayor objetividad; es importante observar las primeras pinturas rupestres de
Europa, que aunque no se confirmaban en su mayoría con huesos y dientes , por
no haber sido posible su conservación, es fácil juzgar que muchos tipos de
caballo salvaje deambularon a través de dicho continente durante la época del
Paleolítico. No hace falta ir muy lejos para comprobarlo ya que en las cuevas
prehistóricas de Cantabria, se encuentran tipos muy reconocibles, entre ellos
caballos de gran calidad casi “orientales”. En Niaux, en los Pirineos,
encontramos la representación de lo que podría ser un pony Fell. Una de mis pinturas
favoritas se encuentra cerca de Les Eyzies, en Font de Gaume, en la que aparece
un caballo en actitud de saltar, que nos da lugar a pensar que el “artista” no
sólo representaba al caballo como parte del paisaje que observaba si no que
interactuaba con él y su comportamiento.
Antes de que estas “pruebas”
estuvieran al alcance de cualquier observador, y hasta que Darwin perfeccionó
su teoría de la evolución, todo lo que sabían los criadores de caballos acerca
del origen de su gran compañero era lo que se narraba en la historia de Noé y
el Arca. Cómo conclusión lógica, la especie Equus caballus tenía un único
origen. El mismo Darwin, fue poco innovador a este respecto; al intentar
demostrar su principios evolutivos y el origen de las especies por selección
natural, aludió a los sucesivos antecesores de los equinos como si todos
descendiesen de un linaje común; sin embargo; cabe destacar que una teoría pre
darwiniana desarrollada por Hamilton Smith postulaba que Equus cabullus
procedía de una serie de especies salvajes. Él opinaba que estas diferencias
eran principalmente por el color de la capa, lo que explicaría el amplio
espectro de coloraciones actuales, sin embargo, a la luz de los acontecimientos
que poseemos hoy en día esta parte de su teoría es indefendible. En 1881, se descubrió el caballo
de Przewalski, el cual fue reconocido cómo único antecesor de los caballos
domésticos, volviendo de nuevo a apoyar la teoría del origen único. A
continuación y a principios de siglo, James Cossar Ewart (1851-1933) que era un
zoólogo escocés hizo que de nuevo se tambalease la teoría del origen único
gracias a sus diversos estudios realizados por hibridación (entre cebras y
caballos), cuyas conclusiones se pueden encontrar detalladas en un artículo que
de manera muy lograda le publicó Nature (1904). Realizó una clasificación de
subespecies antecesoras al caballo doméstico y se deduce que creía que la
distribución geográfica de estas razas era muy extensa, y suponía que dos o más
de ellas coexistían en la misma región; como el anotó: “[…] Al igual que África
alberga hoy varias especies de cebras, Europa estuvo habitada a principios del
Pleistoceno por diversas especies de caballo [...]”. Entre la clasificación que
Ewart realizó para referirse a las subespecies salvajes, encontramos una
especie norteña, muy vigorosa, a la que denominó caballo escandinavo o del
norte. Fue él quien acuñó la expresión “pony celta” para designar una de las
subespecies de equino salvaje antecesoras del caballo doméstico. También
clasificó a otros antepasados como el caballo salvaje de Mongolia, Equus
przewalskii, y dos razas de porte algo superior al del pony, una acarnerada y
otro de perfil recto a las que no dio nombre. No incluyó en una raza aparte a
los tipos de árabe y derivados creyendo que eran sólo los representantes más
orientales del “cline” (como hoy se denomina) cuyos ejemplares más occidentales
serían el Exmoor y el pony galés. Cabe destacar, que bajo un punto de vista
profesional, los estudiosos más acertados de la prehistoria del caballo son los
seguidores actuales de Ewart.
Aunque todavía hoy en día abundan
los partidarios de la escuela que postula la existencia de un antepasado común,
sobre todo entre los estudiosos de la psicología equina que tratan de explicar
el comportamiento de estos animales por referencia a las situaciones a las que
estuvo expuesto el antepasado salvaje. Siempre se trata de un mismo tipo de
antecesor, que se alimentaba exclusivamente de hierba y habitaba en una inmensa
pradera, sin montañas ni bosques visibles que la delimitasen. Por otro lado,
gracias a las aportaciones de Ewart y a otros ciertos hallazgos arqueológicos
de primera magnitud que se han efectuado a lo largos de los años, tales como
los enterramientos de caballos Pazyrik, en la región de Altai; dieron como
resultado una clasificación de los caballos postglaciares del Viejo Mundo que
manejaron los primeros domesticadores, aunque no se habla de especies como
tales, sino de varios “tipos”:
-El primero está representado
básicamente por el pony celta de Ewart, mejor llamado pony atlántico. Las razas
modernas que más se le asemejan son la Exmoor y cierta subraza islandesa.
-El segundo tipo es el caballo
escandinavo de Ewart, que habitó el norte de Euroasia. Las razas modernas que
más se le parecen son el pony de los fiordos noruegos, cierto tipo de pony de
las Tierras Altas y el caballo de tiro pesado Noriker.
-El tercer tipo no es un pony
sino un caballo que tuvo su hábitat en Asia central. Las razas modernas que más
se le asemejan son el caballo portugués Sorraia, de color arcilla, y con una
forma más estilizada, el Akhal-Teké de Asia central y el Karabakh, ambos
castaño-dorados. Fue el antecesor de la razas niseana y bactriana y contribuyó
en un 59%, a través de los caballos “turco” bactriano y andaluz, a la creación
del pura sangre inglés.
-En el último grupo figura un
caballo con el porte de un pony, que habita en el oeste de Asia. La raza
moderna que más se le parece es el caspiano, antecesor, al parecer, del árabe y
de un puñado de razas afines que se encuentran principalmente en Persia. Este tipo
ha dado lugar a multitud de razas domésticas, a las que ha legado muchas de sus
cualidades, entre ellas su belleza.
Se incluye en esta clasificación
el caballo salvaje del este de Europa y el oeste de Rusia, el Tarpán. Un
caballo alto de morro corto y con una capa oscura en verano y clara en
invierno. Extinguido en su forma pura a partir del siglo pasado, pero
“reconstituido” hoy en las yeguas polancas, se le considera un híbrido natural
aparecido en las zonas de encuentro de los hábitats de los tipos desarrollados
en primer y último lugar. El Tarpán es el principal antepasado de los
pequeños “caballos de campesino” de
Europa centro oriental y de los Balcanes. Este animal fue utilizado por todos
los pueblos del este del Mediterráneo que conocían el carro, desde los hititas
hasta los griegos, y aún antes por las tribus celtas.
Sin embargo, el caballo
Prezwalski (que debe el nombre a su descubridor) no entraría dentro de esta
clasificación por factores desconocidos en tiempos de Ewart, ya que la dotación
cromosómica del caballo de Prezwalski difiere numéricamente de la que presentan
los caballos domésticos, como aclaró R. Geurts . Los especialistas están de
acuerdo en un punto: el caballo Prezwalski es el único caballo salvaje que vive
actualmente. Es un animal pequeño y robusto: de gran cabeza, cuello poderoso,
grueso vientre y miembros cortos. Tiene el pelo ralo en verano y largo en
invierno. De un amarillo claro o gris claro, vientre blanco y crines
negras sin tupé frontal. Este aspecto es
el que suele representarse en los dibujos paleolíticos.
Como conclusión, todas las demás
razas o subespecies llamadas “caballos salvajes” (las más comúnmente conocidas
en Galicia, en el País Vasco, en la Camarga, en las Landas o en Europa
oriental) presentan, en realidad, todos
los caracteres de las razas domésticas de las cuales descienden. Es, pues, un
error denominarlos “caballos salvajes”.